Turismo veraniego bajo la incertidumbre del coronavirus
Georgia
Un 'destino seguro' al alza
Datos actualizado a 17 de junio de 2020.
Situación
La medianoche del pasado 1 de junio hubo una gran fiesta en Tiflis. Después de tres meses, las terrazas de bares y restaurantes del pintoresco casco antiguo de la capital del país caucásico se llenaron de nuevo. A medida que pasaban las horas y subía el alcohol, bajaban las mascarillas. Cientos de vecinos se volcaron en las calles para celebrar el fin de un confinamiento a la altura de los más claustrofóbicos decretados en el mundo por la pandemia del coronavirus.
GEORGIA
Población: 3,99 millones
PIB: 15.700 millones €
Turistas en 2019: 9,3 millones
Hasta el 10 de junio, se habían producido 827 contagiados de COVID-19 y 13 fallecidos, una de las ratios más bajas de Europa, 0,3 decesos y 21 casos activos por cien mil habitantes, en un país de 3,99 millones de ciudadanos, cerca de un tercio de los cuales habitan en la capital. Unos números que sobresalen todavía más si se comparan con los de los países vecinos, en particular Armenia, Rusia o Turquía, con los cuales la nación mantiene lazos mayormente cordiales.
En Georgia, los positivos de COVID-19, aunque desperdigados por casi toda la geografía, se han concentrado en Tiflis, cuatro distritos centrales aledaños y la franja costera sur, es decir, las zonas más pobladas del país. De entre las grandes regiones, sólo Kakhetia, la más oriental, se ha librado de la pandemia. De los territorios georgianos ocupados por Rusia, Abkhasia, en el extremo noroeste, ha registrado personas infectadas.
Contención
Una de las claves de la efectividad georgiana en el control de la pandemia, que le ha valido elogios de la OTAN y la UE, ha sido su sistema de prevención: detección temprana y aislamiento tanto de infectados como de posibles infectados, así como de personas de su entorno. Las condiciones del sistema sanitario de Georgia imponían la necesidad de primar la prevención para evitar someterlo a demasiado estrés.
El sistema de salud georgiano ha mejorado sensiblemente en la última década. Tras las crisis políticas y económicas de los noventa, consecuencia de la caída de la URSS, y la privatización de finales de los 2000, buena parte de la población quedó excluida de la atención sanitaria. Este hecho comenzó a revertirse a partir de 2012 con la puesta en marcha de un sistema sanitario universal. Eso sí, depende en buena medida de los conciertos con los hospitales privados. La ratio de camas por cien mil habitantes (345) es ligeramente superior a la de los países del sur de Europa, también la de doctores.
La receta georgiana para atajar la crisis vino acompañada de una extensa campaña de información para explicar a la población tanto las medidas tomadas como las precauciones a adoptar frente a la enfermedad, y de la distribución de una aplicación.
‘Stop Covid’, creada por una compañía austríaca a semejanza de otras empleadas en Japón o Corea del Sur, usa el GPS y el Bluetooth del teléfono para alertar a un usuario si interactúa con infectados de COVID-19 a menos de dos metros y durante al menos 15 minutos. De declararse un caso positivo, además, la aplicación envía un mensaje de notificación a todos los contactos recientes del infectado. Frente a las sospechas de vulneración de la privacidad que este tipo de programas han desatado en todo el mundo, la administración ha argumentado que el programa no comparte la identidad del usuario, sino que solamente le asigna un código identificativo.
A finales de febrero, Tiflis cortó sus conexiones con China. Pocas semanas después hizo lo propio con Irán, el país más afectado de Asia Occidental, nada más desatarse la crisis. El primer caso anunciado, el 26 de febrero fue, de hecho, un georgiano de 50 años que regresaba de Irán por tierra. Fue detectado durante uno de los chequeos médicos realizados en la frontera con Azerbaiyán. Él y el resto de pasajeros con los que viajaba fueron aislados. El siguiente foco de preocupación fue Italia. El segundo positivo, confirmado dos días después del primero, fue de una nacional que había viajado a ese país. Los casos se multiplicaron durante las primeras dos semanas de marzo. Para el día 15 se habían confirmado 33 positivos, aunque, prueba del celo de unas autoridades que entregaron la batuta de la crisis a expertos médicos -considerada otra de las razones del éxito-, se había sometido a cuarentena a 637 personas sospechosas de haber contraído el coronavirus.
Con todo, ante el aumento de las cifras y la posibilidad de que el sistema sanitario pudiera no aguantar la presión, el Gobierno extremó las medidas de precaución. El 21 de marzo decretó un estado de emergencia que incluía un toque de queda en las horas nocturnas. Si hasta entonces había optado por emitir recomendaciones, y se había permitido la apertura de locales de restauración siempre y cuando sirvieran para llevar, con el nuevo escenario se ordenó el cierre de todos los establecimientos no esenciales. Sólo ultramarinos, farmacias, gasolineras, bancos y servicios de correos se mantuvieron abiertos. Acto seguido, se cerraron las fronteras, permitiendo únicamente la entrada a los nacionales, y se establecieron áreas donde los recién llegados debían permanecer en cuarentena. El 23 de marzo, los distritos sureños de Marneuli y Bolnisi, con 158.000 habitantes, fueron puestos en cuarentena tras diagnosticarse COVID-19 en una anciana que había asistido a un oficio religioso.
El estado de emergencia se prolongó hasta el 22 de mayo cuando, ante sus resultados positivos, comenzó una desescalada lenta. Los pequeños negocios no esenciales comenzaron a abrir, aunque con nuevas restricciones. En el caso de los de restauración, los locales deben servir sólo en terrazas y con aforo reducido. El distanciamiento es obligatorio, pero el uso de máscaras es una recomendación.
Georgia. Porcentaje de turistas en 2018 por región administrativa
Fuente: Gobierno de GeorgiaTurismo seguro
Aunque su prioridad expresa es el doméstico, Georgia confía también en la llegada de turistas de países con poca incidencia de la enfermedad. Tiflis ha reconocido que está en negociaciones con los países bálticos, la República Checa, Polonia y Austria para establecer travel bubbles o pasillos verdes. Pero nada está decidido, matizan. El Gobierno no ha limitado el acceso de visitantes según su procedencia, pero sí ha dicho que prevé aceptar, en primer lugar, a turistas de las llamadas ‘zonas verdes’, coincidentes con aquellos países donde el coronavirus ha tenido una incidencia menor o las condiciones epidemiológicas han mejorado sustancialmente. Paradójicamente, no es la situación de algunos de los países que copan su ranking de emisores de turistas: Azerbaiyán (19,8% en 2019), Rusia (19,5%) o Armenia (17,6%).
Origen de los turistas en Georgia en 2019
Fuente: Gobierno de GeorgiaPara blindar su negocio turístico, Georgia ha diseñado un plan ambicioso que combina estímulo económico con exenciones de impuestos para los negocios turísticos y subsidios directos para los trabajadores del sector que se quedaron en paro. Tiflis destinará más de 90 millones de euros a tal efecto. Parte del paquete consistirá en facilitar la reestructuración de deudas con los bancos, así como los subsidios al pago de intereses. La mayoría de las medidas se mantendrán durante todo 2020. En consecuencia, Georgia planea extender su campaña de promoción del turismo a países como Israel, Austria, Alemania, República Checa, Grecia y los países bálticos.
Así mismo, aparte de ofrecer las playas de Batumi, a Orillas del Mar Negro, o las atracciones de Tiflis y sus alrededores, el Gobierno se ha propuesto diversificar su oferta turística para incluir paquetes fácilmente adaptables a las pautas de distanciamiento social: el turismo sanitario, el vinícola, el rural o el de aventura.
Continuando con algunas de las medidas adoptadas durante el estado de emergencia, Georgia mantendrá el plan de realización de chequeos médicos al cruzar la frontera terrestre o aérea y la designación de ciertos establecimientos hoteleros como espacios de cuarentena, para ser utilizados en caso de detectar potenciales casos positivos. En una primera fase, además, Georgia pretende blindar zonas seguras para el turismo dentro del país, otra medida que le permitirá dar visibilidad a zonas de su territorio menos conocidas.
Actualmente, el Gobierno no ha presentado ninguna pauta concreta a seguir por todos aquellos extranjeros que pretendan viajar a Georgia. Sin embargo, sí ha dado a entender que, aparte de los chequeos médicos que se realizarán al llegar al país -no se ha especificado si se tratarán de tests PCR-, las autoridades sanitarias prevén aceptar a los visitantes, de cualquier lugar, si presentan un documento que pruebe el haber dado negativo en un test PCR realizado al menos 72 horas antes del viaje.
Potenciales riesgos
Si la crisis del coronavirus tiene una moraleja es que no hay sistema sanitario de deteción temprana infalible. Las primeras experiencias con la llegada de turistas, como en el caso de Grecia, parecen demostrar que la reapertura en busca de mantener vivo el negocio turístico entraña inevitablemente riesgos que, en última instancia, pueden perjudicar a la población local.
Tiflis ha apostado por una apertura extremadamente controlada y permitiendo el acceso al país de turistas con cuentagotas. Prueba de la cautela con que las autoridades georgianas actúan es que, como Chipre, se ha optado a útima hora por retrasar los planes de establecimiento de una travel bubble con Israel. La razón principal es un súbito repunte de casos en el país mediterráneo.
El Gobierno juega con la baza de la tranquilidad económica relativa que le da el haber recibido 177 millones de euros de apoyo presupuestario del Fondo Monetario Internacional para afrontar los estragos de la pandemia. Estos fondos le permiten por ahora equilibrar la balanza de pagos ante el vacío que ya ha empezado a provocar la caída del turismo, llamado a ser uno de los motores económicos del país en el futuro. El soporte del FMI ha sido clave para impulsar los incentivos económicos mencionados anteriormente, así como para mantener vivos los programas sociales y de mejora de la sanidad pública.
“El mayor reto de esta crisis es su naturaleza impredecible”, ha sentenciado el primer ministro georgiano, Giorgi Gakharia. “A fin de no poner en peligro la salud de nuestros ciudadanos debemos dar pasos con cautela extrema”.
Si sus previsiones se cumplen, Georgia optará por fomentar el turismo organizado, como tours grupales, por encima del turismo mochilero, popular entre los jóvenes.
Este segundo modelo low cost, además de generar menos beneficios que el primero, suele venir acompañado de la práctica del couchsurfing. Eso significaría, en la práctica, que el visitante pernoctaría en lugares como hostales informales o pisos particulares, sitios no ajustados a las exigencias sanitarias que el Gobierno ha impuesto a los establecimientos hoteleros.
Las intenciones expresas de la administración georgiana nos generan confianza. Georgia, aparte, no es por el momento un destino masificado más allá de sus playas -cuya ocupación sigue siendo inferior a las bañadas por el Mediterráneo-, lo que supone un incentivo para quienes prefieran la tranquilidad de hallarse lejos de las multitudes.
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